
La niña ata la correa al timón de la camioneta, deja al pequeño perro en el asiento delantero, baja las ventanas hasta la mitad para que no se asfixie con el excesivo y sofocante calor. También prende la radio a todo volumen, hasta aquí se puede escuchar el disco de reguetón, quizá para que el perrito no se aburra y no se sienta solo durante la espera.
Me da hambre, vuelvo al kiosco a comprar unas galletas, las mismas que se convierten en mi almuerzo, hay que ahorrar. No tardé más de diez o quince minutos a lo máximo. Al volver a la tranquilidad de la sombra del árbol, se escucha un grito, era la niña, el perro cuelga fuera de la camioneta, balanceándose lentamente mientras su lengua se deja ver fuera de la boca. En la ausencia de sus dueños, trato de escapar, salto por la ventana y como la correa que llevaba al cuello estaba atada al timón, quedó colgado. Las niñas tratan de rescatarlo, pero es demasiado tarde, el pobre quedo muerto ahorcado tratando de escaparse.
La escena me causa mucha pena, las niñas no paran de llorar, los padres sin poder decir ni hacer nada para consolarlas. No se por qué, pero tengo la leve sospecha de que los perros son más inteligentes que yo, éste no era la excepción. Pienso que el perrito fue muy listo, sabía que al saltar por la ventana terminaría por quitarse la vida y decidió valientemente suicidarse para no seguir escuchando ese genero atroz que es el reguetón, yo que el pobre animal hubiera hecho lo mismo.