jueves, 26 de marzo de 2009

La Viejita Encantadora

Hoy amaneció con un rico sol, pocas veces disfruto de un día así, me siento de buen ánimo. Me alisto para salir, me pongo lo de siempre, me gusta vestir de negro, soy un amante del rock, si bien viví con mi padre pero me crié con mis abuelos, los padres de mi padre, ellos se encargaron de darme un buen estilo de vida sin falta de dinero, pero los problemas de alcohol de papá y mi rebeldía hicieron que me aleje de mi casa, allá en el interior del país. Cada vez que recibía mi propina mensual, corría a las tiendas y me compraba dos o tres discos de los rockeros de moda.

Me encuentro esperando el bus en el paradero, junto a mi, dos mujeres mayores, la primera, la menor de las dos, lleva un vestido floreado celeste, tiene menos de cincuenta años y lleva del brazo a la otra que bordea los ochenta, que a la vez se apoya de un bastón. La del bastón me mira de pies a cabeza y le susurra al oído algo a la más joven. Al cabo de cinco minutos el bus llega, nos subimos los tres. Se sientan en la primera fila de asientos y yo frente a ellas. Las más viejita me sigue mirando con detenimiento. Me pregunto que tanto me mira, será por lo que llevo puesto, llevo una camiseta negra, pantalón gris y zapatillas negras, nada raro, o será por los tatuajes que llevo en los brazos o será por los aretes, estoy muy consternado por tanto miramiento, parece una viejita encantadora, solo espero que no se haya enamorado de mi.

De pronto siento que alguien me toca la pierna como queriendo llamar mi atención, al girar la mirada era la viejita y al acto me sorprende con una pregunta:
  • Oye joven, ¿por qué pues usas esas cojudeses en las orejas? Parece mariconcito. – me dice en tono burlesco.
  • Jajaja, esa es la idea señora, eso me hace sentir más mariconcito como usted dice. – le respondo sonriéndole graciosamente.
  • No mamá, no le digas eso al joven, es la moda de ellos, ya no le molestes más – reacciona de inmediato la mujer más joven o debo decir ¿menos vieja? – disculpe joven.
  • Nooo se preocupe, no es la primera vez que me lo dicen.
  • Pero es verdad pues, en mis tiempos los hombres no se ponían esas huevadas – dice entre carcajadas la anciana.
  • Mamaaaaá, por favor esa boquita. – le recrimina la hija, con la cara sonrojada y los demás pasajeros que eran testigos también reían.
  • Es que ahora los jóvenes salimos más maricones, señora, déjenos ser. – contesto siguiéndole la cuerda y entrando en el juego pícaro de la viejita que seguía riéndose tapándose la boca, ocultando la ausencia de sus cuatro diente delanteros.
  • ¿En serio joven…eres chivito? – dice sorprendida la hija.
  • No señora como cree, solo visto así porque me gusta, me siento bien, me veo bien y eso es lo que cuenta.
  • Claro además no se ve mal, le queda bien y se ve bien.
  • Bien cabro parece… jajajaja – estalla en un tremenda carcajada la picara viejita.
  • Gracias seño, que simpática es usted y hasta me cayo bien – le tomo la mano y le sonrío.
  • Ya ya ya, no me estés coqueteando mucho ya, si quieres invitarme a salir, dime de frente no más.
  • Pero mamá que cosas dices – se ruboriza más la hija, me mira y me mueve la cabeza disfrutando la picardía de su madre.
  • Bueno si lo pone así, un día de estos la voy a invitar a salir a dar unas vueltas, ¿qué dice?
  • Ya ojala no me estés metiendo floro, no me gustan los hombres mentirosos – me coge la mano y me mira con eso ojos juguetones.
  • Ya mamá, nos bajamos en la siguiente esquina… señor cobrador en la siguiente esquina bajo por favor!!!
  • Hasta pronto señoras.
  • Chau guapo y sácate esos aretes carajo, que no me gusta.

Después de bajar las dos señoras, los demás pasajeros me miraban y se reían, el cobrador me da un par de pequeñas palmadas en la espalda y me dice: “Que buen plan sacaste a la viejita! a lo que yo contesto: “Sí, bueno, muy bueno”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue un encuentro de dos generaciones muy diferentes.

Sandrita dijo...

si es encantadora, viejita coqueta. solo a ti te puede pasar esto loquito. besos

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